Arte y creatividad: dos piedras en el zapato de la fotografía de naturaleza

¿Utilizas a menudo los términos fotografía de naturaleza creativa o artística? Si la respuesta es sí, seguro que esta entrada te resultará interesarte. ¡Acompáñame en la siguiente reflexión!

La fotografía de naturaleza surgió como una corriente principalmente asociada a la intención documental. Desde el nacimiento de esta disciplina sus autores, a través de sus diferentes estilos, crearon imágenes que reflejaban la singularidad de las conductas animales o la majestuosidad de los paisajes naturales. Durante décadas estas fotografías han permitido al espectador conocer la grandiosidad y la fragilidad del medio natural desde la belleza y el arte.

Hoy día estas imágenes conviven con propuestas que, formando parte de la fotografía de naturaleza, se han alejado de la intención documental. Desde hace algunos años son cada vez más abundantes los trabajos que intentan reinterpretar los elementos naturales para crear obras caracterizadas por la intención de transmitir una visión marcadamente subjetiva.

El creciente número de fotografías surgidas desde este enfoque ha llevado al intento de agruparlas bajo un denominador común que permita englobarlas dentro de una misma subdisciplina. No obstante, pese al aparente consenso respecto al lenguaje y la intención que caracterizarían esta corriente, no existe sin embargo unanimidad a la hora de referirse a ella con un término que la defina de manera apropiada.

En este sentido, es posible que el mayor empeño por categorizar correctamente este nuevo tipo de imágenes se haya hecho desde los principales certámenes de fotografía de naturaleza, ya que en su encomiable afán por dar cabida a esta realidad fotográfica se han visto obligados a introducir secciones específicas. La apuesta por esta clase de obras desde los concursos de referencia ha desembocado a su vez, debido al escaparate que suponen, en la proliferación de estos mismos trabajos en un proceso de retroalimentación tan interesante como enriquecedor. Es por este desarrollo, unido al gran esfuerzo de categorización, por lo que la corriente que estamos analizando es especialmente deudora de la labor de estos grandes certámenes.

Hoy día todos ellos cuentan con al menos una categoría plenamente establecida y dedicada a fotografías donde, según mi intento por unificar las distintas bases, lo esencial sería la utilización de los “colores” y “formas” del medio natural para crear “composiciones” preferentemente “abstractas” que “vayan más lejos de la mera representación” buscando dar una “visión personal” de lo fotografiado. Sin embargo, aún cuando existe un claro núcleo común relativo a las propiedades de los trabajos incluidos en esta categoría, no existe por el contrario un único término para denominarla. Así, encontramos nombres tan dispares como “foto creativa” (MML-2015), “composición y formas” (ASFERICO-2016), “creativa” o “nature´s studio” (GDT-EWPY, español/inglés 2016), “detalles” e “impresiones” (WPY-2015) o “arte en la naturaleza” (Montphoto-2016).

Como apuntaba, la consolidación de esta corriente fotográfica debe mucho a estos certámenes y creo que su proliferación ha de ser celebrada, ya que enriquece nuestra visión del medio natural y permite acercarlo a un nuevo tipo de público. No obstante, el hecho de apostar desde estos eventos por un compromiso con nociones como la creatividad o el valor artístico de las obras (ya sea explícitamente o a través de eufemismos) puede ser, como veremos, problemático. Su influencia en la comunidad fotográfica es, seguramente, uno de los motivos por los cuales términos como “fotografía creativa de naturaleza” o “fotografía de naturaleza artística” se ha expandido y asimilado profundamente, siendo hoy los más utilizados para referirse a esta subdisciplina. Personalmente, considero que ambos nombres son en el mejor de los casos imprecisos y en el peor, tramposos.

Podemos comenzar el análisis señalando que cuando definimos una corriente o un movimiento lo hacemos indicando cuáles son sus características esenciales. De esta manera somos capaces de diferenciar unas posiciones de otras en una labor de clasificación que culmina con la construcción de un término que condensa esos rasgos nucleares. Esto permite aludir a un determinado enfoque de forma clara y precisa evitando una ambigüedad que induzca a confusión.

Insistiendo en esta idea, pensemos en dos objetos; uno cuadrado, otro circular y ambos de color rojo. Si quisiésemos añadir una palabra para referirnos a uno de ellos deberíamos escoger entre cuadrado o circular, pues si decimos objeto rojo nadie podrá saber de cual de los dos hablamos. En nuestro caso, usar los términos “fotografía de naturaleza creativa” o “artística” y esperar que la gente entienda que hablamos de trabajos de carácter subjetivo y abstracto supone: (1) asumir que por algún motivo el valor artístico y creativo son los rasgos esenciales que identifican a esas imágenes y (2) negar esas mismas propiedades a la fotografía de naturaleza documental. Esta maniobra sería necesaria para evitar la ambigüedad, pues de lo contrario nuestro término se volvería tan arbitrario como inútil en el momento de clasificar fotografías. Este planteamiento es sin duda una solución, ahora bien, ¿está justificado?

Renunciando a desarrollar un amplio examen sobre el tema debo decir al menos que, en cuanto a la noción de creatividad, ésta depende de la capacidad de generar algo novedoso (mediante la reinterpretación, la asociación de elementos o cualquier otro mecanismo) y no con lenguajes o intenciones concretas. A este respecto, “Shadow Walker”, la fotografía de Richard Peters ganadora en la pasada edición de la GDT-EWPY, nos va a servir para entender lo conflictivo que resulta utilizar este rasgo como criterio para justificar la terminología que estamos cuestionando.

Shadow-walker-(Richard-Peters)

Esta fotografía es parte de un proyecto donde el autor británico pretende documentar la fauna que visita los jardines urbanos al anochecer. La creatividad de la imagen viene dada por su capacidad de mostrar una conducta animal de un modo nunca antes visto, empleando tanto los elementos que la constituyen como la técnica de forma novedosa. Con este ejemplo, vemos cómo la intención (documental) y el lenguaje (figurativo, imitativo) no impiden a la imagen ser creativa. En el lado opuesto, la inmensa mayoría de imágenes de arboledas realizadas hoy aplicando mecánicamente la técnica del barrido tendrán mayor dificultad para ser consideradas fotografías creativas, por más que nazcan de una intención no documental y empleen un lenguaje abstracto. Así, establecer un nombre para la subdisciplina que estamos considerando basándonos en la creatividad conlleva el riesgo de caer en la negligencia, al dejar fuera imágenes creativas e incluir otras que no lo son.

En la misma línea, el uso del valor artístico de una imagen presenta importantes inconvenientes que quedan al descubierto observando la fotografía titulada “a tale of two foxes”, de Don Gutoski, premiada con el WPY 2015. La condición documental de esta obra, junto al empleo de un lenguaje estrictamente imitativo, aconsejarían no presentarla en aquellas categorías clasificadas como “artísticas” por los diferentes certámenes fotográficos si queremos ajustarnos a sus bases. Esta premisa, aparentemente inofensiva, respecto a “lo artístico” implica admitir una definición del concepto absolutamente legítima pero muy particular, relacionada con la capacidad de crear lo inexistente construyendo (o interpretando) una realidad desde lo subjetivo. No obstante, sin necesidad de caer en un alegato postmodernista, considero también válida la concepción de obra de arte desde la recuperación de las nociones clásicas de estética o plasticidad. Hoy día es perfectamente posible adoptar un enfoque ecléctico que permita combinar ambas visiones. En consecuencia, intuyo que a muchos de los que no aceptemos rígidamente la primera acepción nos resultará difícil afirmar que “a tale of two foxes” sea menos artística que los trabajos que concurren en las categorías así denominadas.
A-tale-of-two-foxes-(Don-Gutoski)Desde mi interpretación de arte y creatividad creo que lo más adecuado sería asumir que tanto el círculo como el cuadrado pueden ser rojos y que por tanto lo más aconsejable será definirlos por su forma. Podemos defender una terminología que elimine el valor artístico y creativo de la fotografía documental o aclarar que esos rasgos pueden ser consecuencia de la intención del autor y del lenguaje empleado por el mismo, pero que en ningún caso son esa intención o ese lenguaje. Si estamos de acuerdo en que los elementos centrales de esta nueva subdisciplina son la voluntad de crear visiones subjetivas y la utilización preferente de aproximaciones no figurativas debemos aceptar que cualquier intento por nombrar a esta corriente deberá hacerlo atendiendo a esos atributos, pues son los que la definen, y no conceptos como arte o creatividad, que si bien son más llamativos y comerciales sólo son posibilidades comunes a cualquiera de las posiciones.

Intuyo que en la mayor parte de los certámenes, talleres o charlas, el uso de nomenclaturas basadas en la creatividad y el arte se hace sin intención de negar estos valores a determinados trabajos. Pese a ello, una revisión crítica de algunas estrategias sería seguramente oportuna para ajustarlas a la realidad.

Superar ciertas confusiones y articular el escenario actual desde la polarización de los autores en cuanto a su intención es probablemente la solución más conciliadora y productiva. Hoy día tendemos a situarnos a lo largo de un continuo donde en un extremo encontramos la fotografía rigurosamente documental y en el opuesto la definida por su carácter totalmente subjetivo. En este marco, el uso del lenguaje es flexible y no determina el posicionamiento de una fotografía en uno u otro punto del continuo ya que, por ejemplo, puede usarse la figuración para crear una fotografía exclusivamente conceptual siendo esta no documental. Así, la responsabilidad a la hora de definir un término apropiado para esta subdisciplina recaería exclusivamente en la intención, dando lugar a dos grandes corrientes dentro de nuestra comunidad: la “fotografía de naturaleza documental” y la “fotografía de naturaleza no documental”, que cohabitarían compartiendo el esfuerzo por emplear creativamente el medio fotográfico para generar obras de arte capaces de conmover al espectador.

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