FOTOGRAFÍA, VIAJES… MOMENTOS, Y SIEMPRE… RESPETO Y ADMIRACION

A veces una foto tiene su momento. A veces una foto tiene un sentimiento. A veces… Su historia es sencilla, pero no se olvida.

Así ocurre con esta escena «El mundo a sus pies», cuyo momento fue fugaz e intenso. Me encontraba en la colina que da vistas al lago Nakuru. En esta colina, de paredes verticales, habitan familias de baboons, parte del encanto de su visita, amén de disfrutar de unas vistas espectaculares del lago. Pues bien, tras caminar y fotografiar a estos simpáticos  «amigos», fui a la zona de vistas para tomar algunas series más del lago con nuevas perspectivas. Había una reja de seguridad para despistados, pues el precipicio no era despreciable, y a través de un agujero en su red, una cría de baboon bastante espabilada se coló para terminar de comer lo que parecía un huevo duro.

Los baboons, como los simios en general, son juguetones e interactivos… Además de ladronzuelos hábiles y expertos en conseguir comida humana. Quiero creer que lo robó y no se lo dieron. No debe dárseles comida. Viven libres y deben conseguirla ellos. Tampoco deben tocarse las crías para evitar que nuestro olor quede en ellas y puedan ser rechazadas por sus madres. Apenas una hora atrás, otra cría vino a desparasitar mis pantalones… Noté un cosquilleo en mi pierna. La cría arañaba con sus deditos mi pantalón y me miraba como diciendo  -«Pues en tu cabeza debe haber lo suyo!»- Me moría por agacharme y dejarla jugar, pero no debe hacerse. Cierto es que resulta difícil resistirse a sus encantos. Son pedigüeños profesionales y muy tenaces, pero hay que pensar siempre en el bienestar de la fauna que visitamos y fotografiamos.

Volviendo al tema, cambié mi teleobjetivo por un fisheye , metí la mano y la cámara por el agujero de la reja y acerqué ésta al baboon para fotografiarlo. No podía pedir más! Sabía que corría un riesgo, ya que aunque jovencísimo, a agilidad y fuerza él ganaba, y yo estaba acercándole demasiado mi Nikon, su botín a conseguir.  Pero la foto me tentó. Me puse un guante por si me agredía y… Zas!

Intenté otra fotografía de sus pies que ya no pudo ser. Él sintió curiosidad por la cámara que tenía muy cerca y que una mano le … ¿ofrecía? .

 

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