No estoy, ni pretendo inventar nada nuevo, pero seguro que a tod@s os ha llegado, estaís atravesando o ya habeis superado una fase en vuestro crecimiento como fotógrafos de naturaleza que bien podría enmarcarse dentro de la experimentación, de salirse de lo «normal». Lo normal entendido como aquello que pasa por delante de nuestra cámara y lo captamos sin más.
Quiero compartir con vosotr@s como he llegado a la fotografía que cierra estas líneas.
Hace unos días, a finales de septiembre, decidí acercarme a una de esas localizaciones que cuando la descubres, o mejor dicho te la descubre un gran amigo años atrás, sientes una atracción irrechazable hacia ella. Un lugar en el cual cada vez que te adentras siempre tiene algo que ofrecer, algo donde mirar, alguna foto que llevarte a casa.
Hay ciertos sitios que debes de controlar de cuando en cuando. No puedes fiarte de la información que aparece por internet aunque sirva de orientación. Hay que ir sí o sí. El día anterior tocó visitar la costa pues había anuncio de nieblas; el pronóstico no falló, pero mi cabeza estaba pensando en otro lugar. Un lugar que estos años me ha dado muchas satisfacciones.
No estamos aún en pleno otoño y sus colores estarían ausentes a buen seguro. Como prueba sirva esta foto obtenida en la misma sesión que nuestra protagonista.
Esa misma noche tocaba ver de nuevo el parte meteorológico… Anuncio de nieblas!!! y el corazón empieza a latir más fuerte. Aviso a uno de esos amigos de los buenos que lo dan todo a cambio de nada, de los que ya no quedan. – «Mañana dan nieblas, ¿te apuntas?». – «¿A qué hora quedamos? – Contesta. – A las 06:30h te recojo. – le dije.
Camino ya de la localización, íbamos comentando si nos encontraríamos niebla o no (ayer la hubo en la costa). Al llegar no había ni rastro de ella donde hacía falta, estaba fuera de sitio. Nada de lamentos, me dije. Ya que había madrugado y hecho el viaje, había que aprovechar la jornada, pensé.
Era la hora de jugar; coloqué el teleobjetivo más largo de los que dispongo y me propuse crear imágenes a partir de movimientos de cámara buscando toques pictóricos. Ciertamente estaba consiguiendo lo que me iba imaginando sobre la marcha. Pero por qué quedarme ahí. Un ajuste del balance de blancos y obtuve algo que me satisfizo en ese momento.
Esta foto con un toque surreal es el resultado final de una mañana de experimentación. Una foto que bien puede beber de una mezcla de movimientos pictóricos como el Puntillismo, el Impresionismo y el Surrealismo.
No dudes en compartir si te gusta.
David Frutos Egea – octubre2 019
Y es que nada como decidir disfrutar y experimentar cuando las condiciones no son las esperadas. Me encanta el resultado y me has hecho viajar a 2013, en mi viaje a Namibia. La luz en un waterhole no era la esperada al amanecer, y también jugué con el balance de blancos y mi toma, lejos del puntillismo porque buscaba nitidez y orden en las cebras, también se torno azul… la titulé «la hora azul». Y además disfruté el momento.
En cualquier caso ambas fotografías que compartes son relajantes, suaves y pictóricas. Gracias por compartir e invitar al juego.
Así es, Nuria.
Dejarnos llevar para crear es un ejercicio verdaderamente liberador y enriquecedor.
Me alegra mucho que te haya servido para viajar mentalmente a un lugar que te gusta.
Gracias por comentar.
Saludos,
David Frutos Egea
Preciosas y sugerentes fotografías las dos, aunque elegiría la segunda, por su mayor alejamiento de lo literal
Muchas gracias por tu opinión, Koldo.
Parece que hoy día ese tipo de fotografía está más de moda aunque se trate de pequeños círculos.
Es una preciosidad lo que has conseguido. Personalmente me gusta muchísimo el resultado.
Muchas gracias, Juan!
Me alegra que te gusten.
Ha sido un placer haberte conocido en este recién acabado MontPhoto.
Un abrazo!