Normalmente, cuando se habla de fotografía de paisaje, lleva implícito que es una disciplina de la fotografía donde se trata de captar espacios abiertos, de amplio ángulo de visión. Recurrimos para ello al uso de lentes angulares o ultra-angulares, en donde tratamos de manejar y ordenar muchos sujetos fotográficos de forma que su visión por parte de la persona que mira la fotografía le sea visualmente atractiva.

Cuando preguntas a los fotógrafos mas conocidos y expertos qué lentes recomiendan para hacer fotografía de paisaje, la respuesta común suele ser casi siempre objetivos en el rango del 14-24 mm o del 16-35 mm de focal.

Desde el punto de vista compositivo, el uso de estos objetivos angulares obliga casi siempre a plantearse la fotografía con tres planos diferentes:

• Un plano de fondo, quizá el mas importante, porque suele transmitirnos la información sobre el entorno: unas montañas por ejemplo.
• Un plano primero que da fuerza a la fotografía, donde puede aparece el primer plano mas grande que la realidad (dependiendo de la cercanía y el angular empleado). Busca introducir al observador en el paisaje: suelen ser unas rocas, unas flores, etc
• Un plano intermedio, que sirve de nexo de unión entre los dos planos principales: puede ser un valle, un rio, etc.

Pero sin embargo, mayoritariamente se obvia el uso de las lentes de focal larga o teleobjetivos para el paisaje. Voy a intentar en estos artículos animaros a que lo llevéis en la mochila cuando vayáis a hacer foto de paisaje, y que además lo uséis.

El uso de la focales largas en el paisaje está ligado a tener una visión del paisaje mas específica, mas íntima, incluso mas personal y con menos sujetos fotográficos, pudiendo llegar al minimalismo. Hay que tener una visión entrenada para saber reconocer formas; hay que saber reposar delante de ese paisaje que tienes enfrente y empezar a escudriñar posibles zonas de interés. El estar acostumbrado a sólo mirar de forma amplia durante mucho tiempo suele ser un inconveniente. Dicen que nuestra visión equivale a mirar por una cámara FF (Full Frame = Cuadro Completo) dotada de un objetivo de 50 mm, (aunque hay que sumarle nuestra visión periférica). El ojo focaliza sobre lo que nos interesa, sobre lo que deseamos o nos llama más la atención.

El uso de focales largas en la fotografía de paisaje rompe con la composición en tres planos, al cerrar mas el campo visual y mostrarnos directamente algo interesante o particular de ese paisaje que observamos y del que queremos hacer participes a los demás. El uso del teleobjetivo tiende a aplanar más la imagen, por lo cual donde antes había generalmente tres planos, ahora se reducen básicamente a dos: un plano intermedio y un plano de fondo.

Un ejemplo puede ser esta foto tomada en el ártico canadiense, dónde lo que intento trasmitir es esa atmósfera gélida, de un paisaje azotado por la ventisca de nieve y cubierto por una niebla que quiere levantarse porque unos tímidos rayos de sol poniente doran ya el fondo. Aquí he empleado una focal de 150 mm y se puede observar cómo los planos se han reducido a dos, tal como decía. Los árboles del fondo, tapados y medio borrosos por la ventisca, aportan un sentido de profundidad.

En esta otra situación, también tomada en la costa ártica de la Bahía de Hudson (Canadá), la combinación de colores que se creó sobre la playa ártica al momento de ponerse el sol contrastaba fuertemente con la tormenta que venía al fondo y con un fenómeno muy curioso que es lo que quería resaltar: la temperatura fuera era de -31ºC y el mar se estaba congelando (se aprecia en el agua de la orilla) … pero el mar no estaba congelado. Ese gradiente de temperatura hacía que la superficie del agua de mar se evaporara y creara esa neblina teñida de rosa por el sol poniente. Aquí el plano intermedio se ha alargado, transformándose en un plano cercano (las plantas de la playa, porque así lo busqué) y un plano mas largo (las olas). El pano de fondo se corresponde con la neblina y la tormenta, al final del plano de las olas.  Esta foto fue tomada con una focal de 200 mm aproximadamente.

Un ejemplo más, es la típica foto de los lagos canadienses (o de nuestros lagos), que solemos sacarla siempre con grandes angulares y dónde vemos las montañas y sus bosques reflejados en sus aguas … pero nos perdemos cosas interesantes, a veces llenas de magia y color, que nos habla y susurra de este  paisaje de una forma diferente. Esta foto fue tomada con una focal de 220 mm. Aquí jugamos a cambiar el orden los planos: el fondo está nítido mientras el plano intermedio está difuminado por el reflejo. La vista recurrentemente tiende a anclarse en ese fondo que nos atrae además por su color.

Y así llegamos al final de la primera parte de esta serie de artículos. En ella he pretendido introduciros al uso del teleobjetivo en la fotografía de paisaje y mostraros el rol que juegan los diferentes planos de la imagen en función de lo que deseamos transmitir.

Si he conseguido despertar, aunque sólo sea un poco, vuestra curiosidad por usar el teleobjetivo en el paisaje, me doy por bien pagado. Un saludo y os espero en la siguiente entrada de esta serie.

Juan Zas Espinosa