Desde que un cuñado mío me expresó hace años su desconfianza a la hora de comprarme una copia de una fotografía de una exposición mía, estoy más empeñado aún en entender las múltiples vertientes del mercado del arte fotográfico.
Supongamos que vamos a una exposición de Picasso y nos encontramos con reproducciones fotográficas de sus cuadros míticos en lugar de sus cuadros originales. En realidad podríamos disfrutar de casi todos los aspectos de esas pinturas: verías el tema, la composición, la luz, las pinceladas…aunque quizá nos faltaría “el aura” del que nos hablaba Walter Benjamin, que tendría el cuadro original.
En una reciente visita a la casa-museo de Monet en Giverny, ante el enorme gentío que visitaba el museo y se rozaba con los cuadros de Monet y de todos sus coetáneos, que colgaban por toda la casa, yo pregunté si eran originales, auténticos. La respuesta fue que si lo eran, pero mi sospecha quedó ahí, dado que un Monet en cualquier otro museo está mucho más protegido como corresponde a su valor.
Pues esa misma sospecha de “autenticidad” es la que planea siempre ante cualquier fotografía, porque una réplica es también una fotografía, por lo que el mercado del arte fotográfico, tiene más difícil protección ante las copias “fraudulentas”. Los sistemas de reproducción fotomecánicos son tan buenos que resulta difícil la distinción y máxime si la fotografía está enmarcada detrás de un cristal.
En una exposición reciente de una conocida colección fotográfica, con obras de grandes autores clásicos del medio, el público en general no sabía distinguir si eran algún tipo de fotografía original. Y la duda se acrecentaba cuando la propia sala vendía reproducciones facsímiles de algunas de las fotos, a un euro cada una. Creo que este tipo de exposiciones de colecciones o de fotógrafos históricos se podrían aprovechar para hacer un poco de pedagogía para el gran público de cómo funciona este mercado.
Porque cualquier fotógrafo actual que hace una exposición, se las ve y las desea para explicar a su público, el precio de una de sus copias. Ya le puedes ofrecer series limitadas, numeradas, firmadas, certificadas, etc. etc., que, en general, no termina de ver la diferencia de precio con una copia tipo poster.
Se podría exponer junto con las fotografías históricas cierta información sobre la copia: si es copia vintage, si es copia hecha por el autor, si corresponde a la época en que se tomó la fotografía, si es una técnica con cierto grado de unicidad (autocromo, collage, goma bicromatada, platinotipia, etc.), qué tipo de certificación posee (mostrando el mismo); en qué galería, subasta, fundación…se adquirió; y si me apuras hasta el precio de la adquisición, etc. etc. Todo ello contribuiría a entender mejor cómo funciona el mercado del arte fotográfico, y que no sea solo para entendidos, de galeristas y coleccionistas.
Puede que en la fotografía contemporánea todo esto del mercado suene un poco trasnochado, pero yo creo que hasta que no se resuelvan todas estos desconocimientos y sospechas , aquí no superaremos el miedo a adquirir una copia fotográfica en cualquier exposición, que en otras latitudes si lo han hecho, y los autores tendremos que seguir trabajando por amor al arte.
Koldo Badillo