Muchas veces hemos leído sobre esos dos perfiles de fotógrafo, el pescador y el cazador. El pescador anticipa, prepara, planifica, visualiza la imagen que quiere captar y sale al campo para ejecutar su idea. El cazador busca instantes que la naturaleza nos regala, encuentra su interpretación en un lugar sin necesidad de realizar una preparación previa. Seguramente todos nos reconoceremos más en una visión u otra. Sin embargo, creo que es un buen ejercicio adoptar ambos roles de vez en cuando. Esto tiene que ver con la experimentación, con salir de nuestra zona de confort e intentar aproximarnos a la fotografía de una forma diferente.
Y aunque nos identifiquemos más con el cazador o con el pescador, creo que todos nos movemos por un camino intermedio. El cazador encuentra la inspiración también en su propio bagaje, en su experiencia, en su conocimiento de la técnica y en su concepción de la fotografía, aportando su visión personal a una escena, aunque ésta sea imprevisible de antemano. El pescador también será sensible a las situaciones inesperadas y no planificadas para adaptar su proyecto a las condiciones del momento.
El circo (perezoso, PN Braulio Carrillo, Costa Rica)
Avistar un perezoso es imprevisible en cuanto al lugar y el momento. Pero la concepción personal de la escena permite al fotógrafo aportar su punto de vista.
Esperando a la tormenta (cormoranes, Galicia)
Conocía el lugar, y sabía que los cormoranes frecuentan la zona. Con un poco de planificación con el tiempo y las mareas, periódicamente visito el lugar para ejecutar alguna idea que tengo en mente. Hay una visualización previa de la imagen, pero seguimos dependiendo de los caprichos de la naturaleza.