Transcurrido un año y medio de la erupción del volcán Tajogaite en la isla La Palma, la misma va quedando poco a poco en el olvido, mientras se vuelve a una aparente normalidad tras todo lo acontecido. La sobre saturación de imágenes que se captaron del momento de la erupción ha hecho que nos hayamos acostumbrado a lo que ha sucedido y que miremos hacia otro lado, olvidando por momentos las secuelas que dicho fenómeno natural ha dejado en la isla Bonita.
A día de hoy numerosas personas no han podido reconstruir sus vidas y siguen sin poder tener una vivienda propia o recuperar sus negocios. También, siguen sin percibir las ayudas pertinentes y se continúan sufriendo las consecuencias que conlleva la post erupción, ya que se mantiene la emanación de gases a niveles insalubres que imposibilitan hacer vida en determinadas zonas, especialmente en Puerto Naos y la Bombilla, enclave turístico de la zona sur oeste y que actualmente siguen manteniendo el acceso prohibido a la población residente.
Sin duda alguna, todo lo expuesto pasa inadvertido para todas esas personas que han vivido este fenómeno solo a través de simples fotografías o imágenes retransmitidas en televisión, pero no para los habitantes de la isla que presentan grandes secuelas psicológicas y que sienten lo ocurrido como si hubiese sucedido ayer, siendo algo que probablemente no podrán olvidar a lo largo de su vida.
Por ello y para que no caiga en el olvido y tengamos presente a nuestros vecinos palmeros, los cuales siguen necesitando de nuestra ayuda y apoyo, veo la obligación de redactar este post y de recordar a través de mis fotografías, el poder destructivo de la naturaleza que originó las secuelas de una erupción.
Acerca de Arai Alonso Melian
Nací en el año 1988 en la isla de Tenerife, donde actualmente resido y me dedico al mundo audiovisual. En particular, vivo en Punta del Hidalgo, un pequeño pueblo costero del norte de la isla. El poder disfrutar de los cambios de luz en este bello paisaje, con amaneceres y atardeceres serenos, creó en mí desde pequeño el impulso natural de intentar captar esos momentos únicos e irrepetibles. Así nació mi afición a la fotografía de naturaleza.
Mi primer contacto con una cámara fue con tan solo 10 años. Con el dinero que me regalaron por mi primera comunión, me compré mi primera cámara analógica, una Nikon F-601 que aún conservo y que funciona. No obstante, no fue hasta diez años después, en el año 2008, cuando di el salto a la era digital, comprando una modesta Nikon D60 con la que aprendí y evolucioné en este maravilloso mundo.
Tengo como gran pasión la naturaleza, la cual he abordado desde diferentes disciplinas fotográficas como el paisaje, la flora, la fauna, la fotografía nocturna y la fotografía macro. El haberme enfrentado a todas estas temáticas ha hecho de mí un fotógrafo multidisciplinar con una visión general de la fotografía.
Durante mi carrera como fotógrafo, he realizado numerosos cursos de fotografía y he participado en diversas exposiciones y ponencias, todas relacionas con la fotografía de naturaleza. También he publicado en diferentes revistas y he podido participar en algunos libros de fotografía.
Mi trabajo se puede ver, por ejemplo, en los centros de visitantes del parque Nacional del Tiede, La caldera de Taburiente y El Garajonay.
Hoy en día trabajo haciendo pequeños documentales y cortos de naturaleza. Ejemplos ilustrativos de dichos trabajos son Cumbre vieja (Una tierra forjada por el fuego) y Teide (El gigante dormido), entre otros pequeños cortos para la Red Natura 2000 y Tragsatec.
Durante todo este tiempo he sido premiado en diferentes concursos nacionales e internacionales de fotografía de naturaleza en los que destaco los siguientes: Memorial María Luisa, Montphoto, Naturajazz, Aefona, Naturviera, Fototajinaste, aparte de algunos concursos locales.
Además, soy miembro activo de Aefona, Seo, WWF.