Cuando me piden que destaque alguna de mis imágenes o me preguntan acerca de mi foto preferida, enseguida pienso en mi trabajo más reciente. Casi podría decir que la foto que más me gusta es la última que hice y que consiguió emocionarme un poco. Pero sería injusto olvidarme de aquellas imágenes que por diferentes motivos supusieron un logro destacado en mi trayectoria personal. Esta imagen, que fue tomada hace ya varios años y que para mí fue como un premio al esfuerzo, la escojo también porque en su momento supuso también un punto de inflexión en mi búsqueda de estilo y excelencia en la fotografía de paisaje y naturaleza. Es una imagen que ilustra lo que es para mí una forma alternativa de inspiración fotográfica. En este caso el acto de fotografiar fue algo un poco diferente a encontrar un motivo natural y darle realce fotográfico. Aquí se da un poco la situación inversa, el resultado es la búsqueda de un motivo sencillo y visualmente atractivo que ilustrase una idea que ya tenía preconcebida: el milagro de la vida y la continuidad en la naturaleza. Algo parecido a “tienes un guión, apóyalo con imágenes”.
En la foto, un brote herbáceo aprovecha un pequeño resquicio entre la aridez de una pared de pizarra para prosperar. El motivo sencillo, de pocos elementos y con llamativos contrastes de luz y color, ilustra muy bien, mi percepción de cómo la naturaleza surge mágica y espontánea. El milagro de la vida se manifiesta con un toque de dramatismo: como un llama sobre un manto frío.
Creo que disfrutar de la naturaleza y además hacer fotos que hagan justicia, que reflejen algo único, que sensibilicen, que sean impactantes o que documenten es ya de por sí motivo suficiente para hacernos sentir orgullosos y felices. Pero de la pasión, y con el tiempo, surgen nuevas inquietudes como la impronta personal, la búsqueda de un estilo o la creatividad. Y aunque con frecuencia resulte demasiado estéril o pretencioso invocar al Arte y que, ante una fotografía de naturaleza, muchos observadores olviden mencionar la creatividad y aún más el arte; cuando éstos reaccionan reconociendo cualidades como sensibilidad, devoción, esfuerzo, paciencia u oficio del autor, ¿acaso no son esos valores los duendecillos del arte?.