Este pasado verano de 2022, en España, ha sido uno de los peores si hablamos de altas temperaturas y de incendios forestales.
Un total de 293.155 hectáreas, según los últimos datos del Sistema Europeo de Información de Incendios Forestales (EFFIS), del programa Copernicus de la Unión Europea, se han quemado en nuestro país en el año 2022.
A quien más o a quien menos le ha pillado alguno de estos devastadores incendios cerca de donde reside habitualmente.
En mi caso a escasos 45km de casa, un paraje dividido entre los municipios de Jumilla (en la Región de Murcia) y Hellín (Albacete, Castilla la Mancha).
Hace unas cuantas semanas me dispuse a visitar la zona para sopesar la dificultad de los accesos a la zona quemada. No podía imaginar lo que encontré al llegar allí. Reconozco que la situación me pareció dantesca, me vi sobrepasado por el horror de la escena.
En un esfuerzo por trabajar en la zona con imágenes que me pudieran identificar como fotógrafo, huyendo en cierto modo del documentalismo, me centré en un ejemplar de pino mediterráneo (Pinus halepensis), tratando de aislarlo de su entorno con una clave alta y el uso del blanco y negro.
Rápidamente me llamó la atención, y fue lo que más me impactó, ver la cantidad de piñas inmaduras que habían sido pasto de las llamas junto a su creador. Cierto es que las piñas maduras, que albergan las semillas de las nuevas generaciones de pino mediterráneo, protegen muy bien del fuego y otros elementos su preciado tesoro. A este ejemplar joven no le ha dado tiempo de cumplir su función.
Fue en ese preciso momento cuando empezaron a llegar a mi mente imágenes que desfiguraban la realidad, como si de un brote psicótico se tratara. Solo salían de mi pensamiento una serie de palabras: «vaya desastre», «no puede ser», «qué lastima»…
Pasaban los minutos y mi pensar se iba directo a esa enorme cantidad de piñas quemadas que nunca tendrán la ocasión de contribuir a perpetuar la especie.
Finalmente todo tiende a diluirse. Esta imagen final sirve como despedida y desvanecimiento de un ser vivo que ya nunca volverá.
David Frutos Egea – Enero de 2023