Cuando empecé a hacer viajes fotográficos, andaba de un lado a otro buscando siempre nuevos rincones, cuando llegaba a un sitio ya estaba pensando en el siguiente, y si el tiempo no acompañaba ni siquiera esperaba, seguía mi ruta.
Con el tiempo he descubierto que es mucho mejor esperar y mirar con calma, y volver a los sitios. La luz cambia según el momento, pero también los objetos de nuestras fotos cambian con las estaciones o las mareas. A veces basta colocar el trípode 10 centímetros más cerca para que los reflejos de la luz en las rocas y la arena de una playa cambien por completo el aspecto de la escena. La marea baja deja al descubierto nuevas formas que el día anterior estaban sumergidas.
Estas imágenes fueron tomadas a pocos metros de distancia unas de otras, en momentos diferentes. Cada playa o cada trozo de prado es un pequeño universo al que podemos volver una y otra vez para encontrar cosas nuevas.