Cada lugar tiene ciertas características que lo hacen atractivo fotográficamente hablando: las texturas sobre roca de la playa del Silencio, los cromatismos de las aguas del río Tinto o los paisajes volcánicos de Islandia, son algunos ejemplos.
Almería, la tierra donde nací, se ha convertido con los años en un icono del cine por sus espectaculares paisajes desérticos e insólitas playas volcánicas. La gran duna de Mónsul es uno de mis rincones predilectos del Parque Natural y la he visitado, de forma intermitente, en muchas ocasiones. Desde mi punto de vista, su potencial radica en la variabilidad de elementos a fotografiar: las ondulaciones de la arena, la vegetación que queda atrapada sobre ésta o las efímeras huellas que dejan impresos ciertos animales, son algunas situaciones que podemos encontrar.
Las dos imágenes que os muestro, a continuación, pertenecen a la parte alta del médano y se han disparado a escasos metros una de la otra. Una la realicé en el año 2008 donde quise mostrar, de una forma realista, la duna y el entorno que la rodea. La otra la capturé trece años después, y creo que refleja perfectamente mi crecimiento artístico. Trabajé durante un rato con una temperatura fría y con movimientos sutiles de cámara para hacer subjetivas las formas y así poder evocar otras realidades. Las dos decisiones que tomé fueron determinantes a la hora de transfigurar la arena en agua y el mar en cielo en busca de una lectura simbólica.
Duna de Mónsul – Año 2008
Duna de Mónsul – Año 2021
Sin lugar a dudas, volver a los lugares se transforma en una nueva experiencia frente al mismo paisaje y que pone aprueba nuestra capacidad creativa. En ese retorno conectaremos con lo que fuimos y lo que somos, será un reencuentro con el aprendizaje y nuestra evolución.
]]>Hace unos días volví a contemplar el nº 9 de la revista IRIS de AEFONA del año 2003, cuando la dirigía Rolando Gil. En ella aparece una foto del Lake Louise en el Parque Nacional de Banff, en las Montañas Rocosas de Canadá, donde dice: “A menudo se identifica la fotografía de naturaleza con el colorido y la espectacularidad de muchos paisajes. William Neil, sin embargo, demuestra con esta imagen titulada: “Amanecer. Lago Louise”, que la sencillez también es importante. La similitud de estas dos fotos (la de William Neil y la mía) me ha llamado la atención y me ha impulsado a reflexionar sobre ellas.
El color y el ambiente que ambas transmiten es evidente y se demuestra esa similitud que a veces se da entre algunas fotografías de paisajes, aunque haya miles de kilómetros de distancia entre ellas.
No importa tanto el lugar donde nos encontremos, algo que solemos pensar a menudo. La fotografía de naturaleza puede depender de nosotros, pero creo que también depende de la naturaleza o del lugar, que está fuera de nuestro control y de la suerte.
Una vez me dijo un compañero que un fotógrafo de National Geographic puede pasar 6 meses en un lugar solamente dedicado a tomar fotografías, sin preocuparse de otras cosas. De esta manera, tiene más posibilidades de conseguir fotos espectaculares que un fotógrafo que solo puede estar unos días en un mismo lugar. Pero la fotografía de paisajes no depende tanto del enclave, si no más bien de las luces, de las formas, de los detalles del entorno o de la suerte. En definitiva, lo más importante es lo que el fotógrafo piensa y siente cuando está frente al escenario natural.
– William Neil. “Lansdcapes of the Spirit” – . – Toni Real. «Entre nieblas y reflejos» –