Recuerdo que cuando era pequeño pasaba tiempo contemplando el veteado de las baldosas del suelo del baño, descubriendo seres magníficos, a veces terroríficos, que poblaban aquellos extraños bosques y que aparecían por doquier. Desde entonces grabo en mi memoria un bestiario particular.
Este dragón lo encontré ( o más bien me encontró él a mi) en un bosque de araucarias hace unos años, en el parque Nacional Conguillío, región de la Araucanía chilena.
Ya en la distancia pude ver este trozo de tronco retorcido, más claro sobre el oscuro de la corteza de la araucaria, que llamaba mi atención. A medida que me acercaba juraría que hasta lo vi retorcerse hasta adquirir la forma, como pidiéndome ser parte de mi bestiario particular, quedar recogido para no caer en el solitario olvido de la inmensidad del bosque.
Antes de llegar vi que no podía acercarme del todo, ya que una grieta grande en el terreno me lo impedía. Allí estaba el dragón fantástico llamándome, y guardando una puerta imaginaria de qué habría más allá de esa grieta… Allí quedé yo frente a él, rememorando el bestiario particular de la infancia. Y le invité a entrar en mi mundo.
Colecciono criaturas fantásticas… ahora las descubro con mi cámara…