Esa mañana íbamos a ir al bosque. El otoño empezaba a estar algo pasado por zonas, y las previsiones de tiempo nos decían que las condiciones soñadas quedaban algo lejos, pero la idea era disfrutar del entorno y de las charlas entre los compañeros que nos habíamos citado (David Frutos Egea, Fran Rubia, Javier Alonso Torre, Iñako Redin y yo, Iñaki Bolumburu).
Y en el desayuno previo a la salida, Fran sacó un pequeño libro y dijo: vamos a hablar de esto. El catálogo de “Del Caos al Laberinto”, de Koldo Badillo.
Koldo lanzó ese proyecto hacia el año 2014, y personalmente fue importante para mí. En una época en la que la fotografía de naturaleza, y más concretamente la de bosque, estaba muy influenciada por autores que nos mostraban escenas impresionantes de ejemplares excepcionales con unos ambientes tremendos, y todos parecíamos perseguir ese tipo de escenas tan espectaculares, Koldo nos proponía una visión diferente del bosque: se sumergía en el caos, jugando con él, tratando de llevarlo a su terreno, dando lugar a imágenes en ocasiones complejas, que desde luego estaban lejos de lo que era “mainstream” en aquellos años (y ahora).
Digo que fue importante para mí porque cuando vi por primera vez la exposición no me gustó. Salí de aquella sala en Zarautz pensando que “ni fu ni fa”. Y así quedó la cosa.
Dos o tres años después quedé con un amigo para una sesión de fotografía y me dijo que la exposición estaba en un pueblo cercano, que iba a ir a verla. Lo acompañé más por echar la tarde con él que por el recuerdo de la exposición que tenía. Y esta vez salí de allí maravillado. Esos juegos en el caos, esas composiciones tan complejas, pero que a su vez dejaban ver la perfección de las mismas, la naturalidad de las fotografías y el hecho de que Koldo consiguiera jugar con todos esos componentes para sumergirnos en su mundo y llevarnos con él a recorrerlo… me parecieron excepcionales.
El juego que proponía Koldo estaba allí también la primera vez que vi la exposición. Las fotografías no habían cambiado. Había cambiado yo. Quizá por las lecturas de esos años, por tener más fondo, haber visto más fotografía o tener en la mochila fotográfica a más autores referentes… No lo sé. El caso es que aprendí mucho con ese proyecto, y desde luego fue una lección a la hora de valorar el trabajo de otros autores a la ligera, sin hacerme más preguntas antes de formarme una opinión.
Como comentamos en el desayuno Koldo fue, y lo sigue siendo hoy en día, un adelantado a su tiempo. Un valiente. Él hizo una apuesta personal importante mostrando un punto de vista diferente al que estaba de moda en aquél momento, y diez años después no somos pocos quienes recordamos aquél proyecto como un elemento de inspiración.
Y esa conversación, y las que surgieron a partir de la misma, fueron nuestro tema aquella mañana. El caso es que ya en los rasos de Urbasa los juegos derivaron hacia el caos. No fue premeditado. Surgió: “mira aquellos árboles, ¿no hablábamos de caos? Y nos dejamos llevar.
Volviendo hacia el coche comentamos la posibilidad de realizar esta entrada como humilde reconocimiento hacia uno de los alma mater de Portfolio Natural. Recogemos a continuación algunas de las fotografías que realizamos los compañeros de Portfolio que por allí anduvimos.
Eskerrik asko, Maestro.