La sociedad, en general y ésta en particular, está sufriendo. Está experimentando guerras invisibles que atacan a sus familias, amistades, trabajos, sueños… La sociedad está desorientada. Bueno… ¡La sociedad del bien llamado primer mundo! Y no es que el «covid-19» no afecte al tercer mundo… ¡Nooo! Simplemente es que esas personas, cuyos corazones laten igual que los nuestros, están más acostumbradas a los avatares de la vida, a los sinsabores, a sobrevivir y vivir al día.
¡Sí! Una época, ésta, complicada. La economía de este «primer mundo» está especialmente tocada. Y claro, una sociedad cuyo pilar esta anclado en la economía, está también dañada. Pero además, como seguimos siendo seres vivos, «animales», ¡racionales, sí! pero animales, nos sentimos verdaderamente dañados, porque perdemos seres amados. Porque nuestros corazones se parten ante un minúsculo virus invisible que nos derrota con ligereza, quizás para bajarnos tantos humos, tanta soberbia de «sapiens» que, indiscutiblemente, nos ha llevado a memorables acontecimientos, pero indiscutibles derrotas.
Se dice que la fotografía es una herramienta. Yo estoy convencida. Habla por sí sola. Si es fotografía de naturaleza… ¡Pufffff! Aún más, ya que, cuando la Naturaleza habla, ¡sienta cátedra! Y es que es así.
Ella avisa. Te lanza mensajes. Además siempre son bellos… Bellos y, no por ello, duros.
Hoy buscaba clemencia en la Naturaleza. – Siempre escribo Naturaleza con mayúsculas porque creo que es única, y merece ese respeto. – Como decía, buscaba clemencia. Buscaba paz en un Alma inquieta, y piedad de una Naturaleza que, si se lo pides, siempre está dispuesta a darte sosiego. Y en mi búsqueda, fui encontrando ese regalo que Ella, con su luz, su magia, su sincero escenario, me regalaba.
Con mascarilla, trípode…
¡De repente, y a ritmo de reloj, éramos ya ni cuatro gatos, dos!, y en distancias kilométricas. Las mascarillas ya quedaban en el cuello para respirar el aire del mar. Algunos perros corrían ajenos a tanta exigencia.
Yo seguía buscando y hallando. Cada vez más feliz, más plena.
Sin embargo la Naturaleza habló, primero cálida, creativa, totalmente dadora. Luego, cuando creyó oportuno, ¡gritó! Mostró su «corazón partido» ante tanto egoísmo, tanta pérdida, tanta insolidaridad.
Un virus provoca un caos. El gobierno demuestra que poco sabe. La sociedad, no toda, está harta y pasa, y… sobre todo, y para ser sapiens, piensa poco.
¡Por favor! ¡Por favoooorrrr! ¡Un poco de clemencia y paciencia!
Quien es joven siente que no puede perder instante, y que total, solo será parecido a una gripe. Pero…. ¿Y a quien se lo transmita? ¿Y si pierde su vida? ¿Y el resultado de una sociedad paralizada en su actividad económica? ¿Y las familias que pierden sus empleos? ¿Y esa tristeza generalizada?
No solo son los jóvenes. La insolidaridad se ha ido extendiendo como el virus….
Se puede entender el cansancio, pero es que la gente que pierde su vida no la recuperará. Y los «corazones partidos» se pueden reconstruir, pero siempre estarán partidos.
Y yo pienso… SI LA NATURALEZA TIENE TANNNNTA PACIENCIA CON LOS HUMANOS… ¿NO PODEMOS IMITARLA UN POQUITO Y SER PACIENTES Y PRUDENTES ANTE EL VIRUS?
Me gustaría que mi próxima fotografía mostrara un corazón lleno de pasión y vida, no pétreo ante tanta desolación, hastío, egoísmo y dolor.
¿Y vosotros?
Más Pasión y Vida y menos egoismo. Gracias Nuria.
A ti por tu tiempo en leer y comentar. Un abrazo Toni
Como sugiere la canción de Alejandro Sanz … deberíamos ser tiritas para el corazón partio y no ser los que lo destrozamos. Pensando en los demás nos hacemos más grandes
Enhorabuena por la foto Nuria
Hahaha…
Buenas tardes Guillermo. Pues el título inicial que escribí fue «Corazón Partío», y pensé en la canción de Sanz que además es un cantante que me gusta. Luego decidí ser menos musical y escribí el título más en profundidad.
Me encanta lo de las tiritas! Muy bien dicho!
Gracias por tu tiempo
Saludos
Nuria