Detrás de toda gran fotografía se esconde siempre una gran dosis de pasión. Ya hablaba de esta pasión Galen Rowell cuando se refería al «tamaño de la rata» en su libro «Galen Rowell’s inner game of outdoor photography«. En el relataba que «la rata se refiere a esa criatura voraz que roe el estómago de alguien por dentro y le empuja a dejar una y otra vez las comodidades y seguridad de la vida civilizada para ponerse a prueba en la naturaleza. Sin una rata grande, una persona se queda en casa con la familia y se contenta con ser tendero»
Mucha de mi pasión fotográfica tiene su origen en lo que Ansel Adams, y también años mas tarde Galen Rowell, denominó «Previsualización» (o visualización, como otros prefieren llamar).
El concepto de previsualización tiene que ver con la capacidad de imaginar de antemano cómo queremos que una escena quede retratada antes de fotografiarla.
A veces este proceso tiene lugar días, meses o años antes de salir cámara en mano pero en otras tiene lugar justo en el momento de toparnos con una escena que nos impacta.
En mi caso particular, y me consta que le sucede lo mismo a otros fotógrafos, cuanto más perfilado y claro tenga en mi cabeza una idea, mayores son los deseos de salir a fotografiar, mayor es el tamaño de mi rata. Puede suponer la diferencia entre permanecer meses sin tocar la cámara, cuando las ideas no afloran, o salir varios días seguidos, incluso con condiciones meteorológicas de lo más adversas, cuando tengo previsualizada una escena en mi cabeza.
La previsualización de una escena no es algo pasivo que aflora casi por arte de magia. No, requiere de un trabajo previo y está relacionada con la cantidad de información que disponemos de un lugar y con el archivo visual que tenemos almacenado en nuestra mente, resultado de contemplar un gran número de fotografías. Cuanto más familiarizado estemos con un lugar, y no hay nada mejor para ello que haberlo visitado con anterioridad, mucho más podremos afinar con el resultado esperado. Si no tenemos esa suerte habrá que empaparse de todo lo que tengamos a nuestro alcance para tener una idea clara de lo que podemos encontrar en diferentes épocas del año, al amanecer o al atardecer, etc. Hoy en día el fotógrafo tiene al alcance de sus dedos multitud de recursos en diferentes plataformas (PC, tableta o smartphone), para tener una idea muy aproximada de lo que se va a encontrar, obtener indicios sobre el potencial de un lugar y analizar bajo qué condiciones se le puede sacar más partido al sitio. Programas como Google Earth, The Photographer Ephemeris (TPE) o Stellarium, resultan casi indispensables. El acceso a bancos de imágenes geoposicionadas como Flickr o Panoramio son una fuente valiosísima de información, por no hablar de las innumerables referencias donde consultar el parte meteorológico con resoluciones de horas, ver mapas de nubes y viento y acceder a información sobre mareas.
No debemos perder de vista que salir al campo con una idea clara de lo que queremos conseguir es un arma de doble filo, si nos obcecamos demasiado en nuestra idea podemos perder otras oportunidades con las que no habíamos siquiera soñado. Por contra, si las condiciones se presentan uno tiene muy claro lo que tiene que hacer y al saber cómo tiene que quedar la imagen final puede tomar decisiones en el campo encaminadas al producto final que terminará de rematar en casa.
Pero la previsualización no es únicamente aplicable a ideas preconcebidas días o meses antes de salir. Cuando veo algo que me engancha, antes de hacer la foto trato de visualizar en mi mente cómo quiero que sea el resultado final. El conjunto de decisiones posteriores que adopte, en tiempo de captura y post-procesado, van encaminadas a dejar la imagen final lo más fielmente posible a lo que tenía en la cabeza en el instante previo a realizar la toma.
Veamos varios ejemplos concretos de ambos tipos de previsualización:
La escena de esta foto la tenía bastante definida en mi cabeza días antes de hacerla. Básicamente quería el Midi d’Ossau reflejado con la Vía Láctea encima. Con ayuda del Stellarium fue sencillo ver la disposición que iba a tener a media noche para el día elegido. Como había previsualizado el Midi con detalles tuve que empezar a hacer fotos cuando aún había algo de luz para luego en casa fusionar las imágenes.
En el caso de esta foto había visto imágenes por Internet con el dolmen y las montañas del fondo, pero ninguna con las montañas teñidas de rojo. Con el programa TPE averigüé cómo iba a incidir el sol para la época del año en que pensaba realizar la visita. Una vez localicé el dolmen fue sólo cuestión de ajustar el encuadre porque la idea de como quería la imagen acabada la tenía muy clara.
En esta otra foto, por ejemplo, localicé el encuadre exacto el día anterior y ya me imaginé en mi cabeza cómo iba a quedar la foto con las luces del amanecer. Al día siguiente las condiciones meteorológicas que esperaba se dieron y sólo fue cuestión de ajustar milimétricamente el encuadre mientras luchaba con una nube de mosquitos.
En esta ocasión no fui con ninguna idea preestablecida y la visualización de la foto final surgió instantes antes de realizar la toma. Cuando estudiaba el encuadre sabía que iba a recortarla por abajo y que tendría que contrastar mucho los negros para tener la foto que estaba viendo en mi cabeza.
Otro ejemplo del mismo proceso de previsualización es esta foto. Después de dar con el encuadre vi claro en mi cabeza que quería un fondo desenfocado. Ello me llevo a no utilizar un diafragma muy cerrado, pero por contra tuve que hacer varias fotos con puntos de enfoque distintos para asegurar que las ramas quedaban enfocadas.
Si algo distingue una gran fotografía del resto es su capacidad de provocar emociones. Si una escena conmueve al fotógrafo tiene muchas garantías de emocionar al resto de espectadores y qué mejor escena para cumplir dicho propósito que aquella que uno visualiza en su interior. Si uno esta dispuesto a embarcarse en este viaje hacia la materialización de una idea le aseguro que las máximas satisfacciones están garantizadas.
En mi blog recojo con detalle la historia y vicisitudes entorno a cada una de estas fotografías.
hola Enrique
gracias por compartir tu experiencia, soy amante de la fotografia de naturaleza, comercialmente me dedico al fotoperiodismo y la publicidad, y cada vez menos salgo al campo…, tu articulo me volvio a entusiasmar con las salidas a la montaña, las tengo a solo 10´de casa !!!
muy buenas imagenes, bah estupendas!!!
desde la patagonia argentina, te envio saludos cordiales y quedo a tus ordenes
Gracias por tu comentario Patricio. El hecho de que te haya entusiasmado me llena de alegría. Si además te motiva a salir cámara en mano más a menudo, pues el objetivo que me propuse con este artículo está más que cumplido.
Un cordial saludo.