Cualquiera podría llegar a pensar, tras leer el título que abre esta vivencia, que bien podría tratarse de un ensayo literario o de unos versos encadenados. Nada más lejos de mi pretensión.
Todo comienza cuando hace ya largos meses recibo la invitación del FOTO CLUB IFACH para participar como parte del jurado de su ya tradicional (XII ediciones) rally fotográfico. La llamada venía acompañada de la oportunidad de dar una ponencia frente a una sala repleta de aficionados y profesionales de la fotografía de toda índole. Tras pensarlo un brevísimo período de tiempo decido aceptar.
A falta únicamente de dos meses para celebrar el evento, se declara la pandemia del COVID-19. La organización, obligada por las circunstancias, el sentido común y la ley en vigor, decide suspender todos los actos.
Hubieron de pasar más de dos largos años para que el evento pudiera llevarse a término. 10 de la mañana del sábado 2 de abril de 2022, el foro lleno, los nervios se acrecentan a medida que se aproximan las 12 del mediodía, hora para comenzar mi ponencia. Mientras tanto disfruto de la magistral ponencia de un artista de la fotografía creativa de la naturaleza como es Manuel Enrique González Carmona.
Llegan las 12 horas aproximadamente y el presentador se dirige a su micrófono para proceder a mi presentación al público asistente, entre los que se atisba alguna cara más que otra conocida. Mis nervios se acrecentan, el corazón se acelera galopando fuerte dentro del pecho. Es la hora de la verdad.
Tras unas breves palabras introductorias sobre mi lugar de procedencia y pronunciar mi nombre junto a mis apellidos, el orador comienza a derramar el «dulce veneno» convertido en prosa. Veneno vertido por la pluma de fotógrafos a los que admiro desde hace muchos años y los que son para mi fuente de inspiración.
Javier Alonso Torre me define como sigue: «Paisajista con personalidad propia que nunca ha intentado seguir la corriente. Su trabajo destila suavidad y te sumerge en un mundo imaginario en el que todo está en equilibrio. Gusta de composiciones serenas donde la simetría y el espacio negativo son fundamentales».
Fran Rubia me dedica estas palabras: «Menos es más, esa es la definición de minimalismo y también de David Frutos Egea. Ha sido capaz de conseguir tantísimos reconocimientos internacionales aún con el handicap de no haber salido apenas de su Murcia natal».
David Santiago comenta lo siguiente: «David Frutos Egea es conocido por su serie de álamos blancos, con la que ha conseguido importantes premios nacionales e internacionales».
Ya para acabar, turno para Juan Tapia: «David Frutos Egea, es minimalismo en estado puro. Su obra es como esa bella melodía, en la que los silencios son tan importantes como los propios sonidos».
Tras escuchar atentamente estas palabras, parece que la calma se apoderó de mi persona. Los nervios desaparecieron, y el escenario se transformó en el sala de estar de casa. Me sentí rodeado de familia.
Sirva este escrito para agradecer a todos ellos sus palabras. Palabras que resultaron ser un bálsamo para mi y una ayuda para transmitir, al atento público, lo que aquella mañana había venido a ver y escuchar.
David Frutos Egea – Mayo 2022